Mi Primera Navidad Fuera de Puerto Rico
Una de las cosas que tengo anotadas en mi bucket list es pasar la temporada navideña, sobre todo despedir el año, en diferentes países, uno diferente cada año. Toda mi vida he pasado esta hermosa época en mi país, Puerto Rico, donde celebramos las navidades más largas del mundo. Hay fiestas, parrandas, comida en cada esquina y toda la familia se reúne para celebrar en grande. ¡Cualquier excusa en buena para la familia juntarse varias veces durante las fiestas!
Esta Navidad fue una muy diferente para mí, fue la primera vez que la pasé sin mi papá y fuera de mi país, lejos del resto de mi familia. No tenía ni idea de cómo iba a ser, sólo sabía que estaba loca de que llegaran mis hijos para pasar una feliz y tranquila Navidad nosotros solitos. Aunque no estaba en las de estar de fiesta en fiesta, sí quería participar de algunas de las actividades y tradiciones aquí en Austin, TX.
Así es la Navidad Lejos de Casa
Aunque yo sabía que ninguna Navidad como la de Puerto Rico y me estaba preparando mentalmente para lo que venía, no dejó de sorprenderme cómo se pasa la Navidad en Estados Unidos. Yo corrí a buscar en Internet y en el periódico de la comunidad, el Community Impact Newspaper, para llenar mi agenda. Sólo que se me olvidaron dos pequeños detalles, iba a estar trabajando y el frío “pelú” que hace en estos lares.
Lo primero que puse en agenda fue el Encendido Navideño del árbol del Capitolio, el Holiday Sing Along at Capitol, así que llegamos muy emocionados para cantar y celebrar el inicio de la época y ese fue el momento en que me dio el primer bajón. La música muy linda, pero muy pasiva, por no decir triste. Entre el Jingle Bell y Santa Claus is coming to town yo deseé mil veces que un boricua sacara unos panderos, quería escuchar un “bombaaaa”, pero no, todo era muy organizado, muy tranquilo… muy gringo.
Todavía nos quedaba la esperanza del encendido del árbol, empezó el conteo regresivo y yo lista para gritar, pero para mi sorpresa la gente sólo aplaudió y siguieron caminando como si allí no hubiese pasado nada. Delvy y yo nos miramos y nos preguntamos: “¿qué carajo pasó aquí?” No había gritos, revolú, abrazos… nada. Como nosotros la pasamos bien donde sea, nos fuimos a disfrutar de los quioscos que veíamos a lo lejos en Congress Avenue, allí había música… sí, música alemana y pues ni modo, eso bailé. Los quioscos buenísimos, tenían de todo, menos bacalaítos y alcapurrias… terminamos comiendo una fina pizza con un vinito para ahogar las penas.
Una de las cosas que más ilusión me causaba, era ir a una finca y cortar yo misma el árbol de navidad… “excuse me, estoy en gringolandia.” Así que busqué los lugares y cuando llegué, nada que ver, eran carpas donde vendían árboles ya cortados. Ahí me enteré de que en la parte central de Texas no hay fincas de pinos de Navidad. Bajón #2, me volví a quedar con las ganas. Terminamos comprando nuestro primer árbol ya cortado traído desde Canadá.
Aunque tuvimos un no muy buen arranque, la cosa mejoró. Tuvimos la fiesta de Navidad de la compañía… un lunes, todo muy tranquilo, pura comida y plática, pero la pasamos bien. Días más tarde nos invitaron a una posada y a romper la piñata, una tradición muy mexicana. Para que nos entrara más todavía el espíritu navideño nos fuimos a Burnet para disfrutar de Bethlehem, el evento anual más esperado de ese pequeño pueblo organizado y producido por la Primera Iglesia Bautista donde recrean escenas de la época y literalmente caminas por las calles de Belén.
Lo que seguía en mi lista era ir a Trail of Lights en Zilker Park, es la tradición navideña más grande de Austin y el segundo evento más grande de la ciudad. Es un recorrido que haces caminando en donde puedes disfrutar de estampas navideñas en luces, millones de luces. Es un evento donde se celebra el espíritu único y las personas que hacen de Austin el lugar que llamamos hogar. Fuimos el día de inauguración que la entrada era gratis.
Llegaron Mis Hijos
Estaba tan emocionada que seguí decorando para recibir a mis hijos. Llegaron el 18 de diciembre, yo feliz, además de que me traían un pedido especial: arroz Rico, gandules frescos, sofritos, aguacates, pana, limones… todo de la finca de mi papá. ¡Que caro me salió el gustazo! Fer se fue con sobre peso cuando estaba documentando las maletas y decidió pagar los $125… que detalle! Créeme que había una línea muy fina entre el placer y dolor cada vez que comía mi comida boricua. Luego sólo me bastaba con saborear el aguacate para agradecer la acertada decisión.
Al día siguiente teníamos una invitación a la primera y única fiesta con sabor boricua, en la casa de nuestra amiga Sandra. ¡Que bien lo pasamos! De ahí en adelante los días fueron más relajados y tranquilos ya que el frío no nos animaba a salir mucho. Vinieron las compras navideñas, volver a Trail of Lights con los chicos, actividad que hicimos casi corriendo por el frío que hacía. Yo emocionada, ya tenía en agenda ir a decorar un árbol en la 360, la tradición navideña principal en esta área. Las familias van y decoran el árbol que deseen con los adornos que quieran y cuando pasas se ven todos esos árboles adornado muy lindos. Mi realidad, nadie quiso ir a hacer esa “charrería” ni por amor a la madre que los parió.
¡Gracias a Dios que esos días me tocó trabajar desde casa porque pude estar muy “relajada” trabajando con ellos al lado! En Nochebuena habíamos planeado pasarlo en la casa cocinando, en pijamas y viendo películas. La comida quedó tan rica que ahí agradecí una vez más que Fer no hubiese dejado mi cargamento en el aeropuerto. Lo pasamos muy bien… claro todo el día peleando con Fer para que no abriera los regalos. ¡Que mucho jodió! La entrega de regalos empezó a las 12 y un segundo.
La Navidad más Tranquila de Nuestra Vida
Por fin llegó el día de Navidad, nadie se quería levantar, ellos no querían salir y ya en la tarde nos fuimos a Trailhead Park, cerca de la casa, para caminar y disfrutar de la naturaleza. Muy diferente a lo estuviésemos haciendo si hubiésemos estado en Puerto Rico.
Nos Fuimos de Road Trip a San Antonio
Otro día fuimos a San Antonio, estaba todo decorado muy lindo. Experimentamos una granizada en medio de la autopista, pero nos dio tiempo de cubrirnos bajo un puente. Pasamos los días cocinando, pintando mandalas, viendo películas y claro, los juegos de mano fueron la orden del día… ya hasta se me había olvidado lo mucho que se molestaban el uno al otro y el “maaaamiiiiii.”
Así Terminamos el Año
El último día del año… bien diferente, rayando en lo aburridito. Nos fuimos para Downtown a caminar por Congress Avenue que estaba casi desierto. Llevamos los chicos al Capitolio, Adri entró a un museo y cuando vinimos a ver estábamos sentados tomando café y chocolate caliente en un Starbucks como unos huérfanos en Austin, allí sin tener una idea de los que íbamos a hacer. Admito que no hice un buen research. Como el frío se seguía apoderando, nos fuimos a comer cerca de la casa, en Nik’s, un restaurante italiano. ¿Imaginas eso?, nuestra cena de Despedida de Año… pizza y pasta! Nos teníamos que reír, no teníamos más remedio.
Despedimos el año justo como quería, nosotros en casa totalmente tranquilos. Así que llegamos y pasamos la última hora y media del 2015 jugando dóminos, hablando y tomando vino. A las 12 nos abrazamos, agradecimos, brindamos por papi y seguimos jugando dóminos. El 2015 nos dio un golpe muy bajo, confío en que el 2016 sea un año mucho mejor para nosotros.
¡El día de Año Nuevo… bien gracias! Los chicos se quisieron quedar en la casa y por supuesto que, Delvy y yo, allí los dejamos. Nos fuimos a hacer hiking en McKinney Falls State Park aún con el frío que hacía y en la tarde fuimos a una cena boricua. Terminamos el día cortando una Rosca de Reyes, otra tradición mexicana.
Que Venga la Diversión
Ya quedaban pocos días para los chicos regresar a Puerto Rico y entonces los tuvimos que obligar, a veces bajo amenazas, para salir. Con lo andariegos que nosotros somos se prohíbe quedarse en casa y menos en época festiva. Así que saqué mi lista y continuamos con la agenda: Enchanted Rock State Park, Six Flags Fiesta Texas en San Antonio, el atardecer nublado en Oasis Restaurant, Lake Travis, Colorado River y Pennybacker Bridge en la 360. Los llevamos a par de restaurantes más, algunas compras y de vuelta a Puerto Rico para seguir estudiando.
En fin, para haber pasado las fiestas navideñas nosotros solos, no la pasamos mal. Fue muy diferente, sin música, sin bullicio, sin pirotecnia… sin el resto de la familia. Esto último es lo más que se extraña, además de la comida. Estoy en un nuevo lugar y eso me hace consciente de que todo pasa, todo cambia. Tenemos que vivir y disfrutar el momento, porque no sabemos hasta cuándo vamos a compartir con los nuestros en momentos especiales. Tal vez, de ahora en adelante, así será nuestra Navidad ya que no sé cuándo estaré lista para volver a celebrar la Navidad en Puerto Rico sin mi papá. Mientras, me ocupo de pasarla lo mejor que pueda donde quiera que esté, pero definitivamente, ninguna Navidad como la que se vive en Puerto Rico. ¡La Navidad en Puerto Rico es la mejor!
¿Pasas las fiestas en tu país o te encuentras lejos de los tuyos? ¿Que es los más que extrañas de la Navidad en tu país? Déjame tu comentario abajo.