Llegó la Luz a Cinco Meses del Huracán María
Los días y los meses se me hicieron largos antes de poder visitar mi isla después del paso del tan terrible huracán María. Pensé estar preparada para lo que iban a ver mis ojos, pero no, no se está preparada. No importa cuántas fotos o videos hayas visto antes, no es lo mismo ver todo con tus propios ojos. Habían pasado cinco meses desde el huracán y pensé que todo ya debía estar mucho mejor, pero no dejó de sorprenderme todo lo que vi. Es muy evidente las dificultades que se viven en la isla, sobre todo las comunidades que siguen sin electricidad.
No deja de sorprender esa primera impresión al sobrevolar la isla y ver los techos azules, es la primera prueba de que no, no fue una pesadilla, todo fue real. Aterrizamos, buscamos el auto, hicimos el check in en el Airbnb (por no haber luz ni Internet en mi casa) y nos fuimos directo a comernos un sándwich de panadería. ¡Que ganas le tenía! Ya era tarde y teníamos que dejar a mami instalada en su casa y nos tocó experimentar eso de la oscuridad, la gasolina, la planta, el ruido. En ese momento la admiré más que nunca porque ese fue su diario vivir antes de irse a Estado Unidos a coger un break del trajín de vida que dejó María. Regresó dos meses más tarde… y todo seguía igual.
Yo, hacía 10 meses que no visitaba la isla, teníamos planes de ir en octubre, pero por María y la falta de Internet tuvimos que aplazar nuestros planes. Me dio más emoción que nunca el comprar mi boleto aéreo, aunque sólo tenía doce días para hacer diligencias, resolver par de cosas en mi casa, ver a mi hijo, parte de la familia, amigos, para participar del Puerto Rico BloggerCon y para hacer algo de turismo para ayudar la economía. ¡Iba a ser casi un maratón! Demás está decir que no me dio el tiempo y extendimos nuestra estadía unos días más. Para nuestra dicha, pudimos ser partícipes de un acontecimiento muy esperado por muchos puertorriqueños… la celebración por la llegada de la “luz” en mi barrio.
Justo habíamos cambiado nuestro vuelo y ya mami me había dicho: “la luz va a llegar pronto”. Pensé que ese pronto podía ser par de semanas más, pero no, ya me estaban asignado llevar el postre porque mami había coordinado un almuerzo para la brigada que estaba trabajando por mi casa.
Lo que vieron mis ojos esos días me llenó de orgullo y admiración por como es el boricua. El equipo de trabajo que asignaron a mi barrio venía de Wisconsin y quedé impresionada con la rapidez que trabajaban. El mismo jefe de la brigada era el que manejaba el camión, se subía al poste con el brazo mecánico y daba instrucciones desde arriba a su único ayudante en tierra. Inmediatamente me vino a la mente la escena típica de los empleados de la AEE: 10 personas, el jefe, el jefe del jefe, el jefe del jefe del jefe, el supervisor, el que trabaja, el que mira, etc. Que mucho tenemos que aprender de los sistemas que son efectivos, pero esa es otra historia.
Esta compañía de Wisconsin, como muchas otras que han llegado a la isla, ha sido rápida y eficiente en su labor. Aunque trabajan con muy buena motivación… el buen sueldo que reciben, no se puede pasar por alto lo profesional, comprometidos y empáticos que han sido con los puertorriqueños a la hora de hacer su trabajo energizando las zonas que les han asignado. Lo que ellos jamás pensaron era sobre el trato que iban a recibir a cambio de algo que para ellos es parte de su diario vivir en Estados Unidos.
Lo que experimenté es mi casa resultó ser que era lo que estaba ocurriendo en todas partes de Puerto Rico, especialmente en los campos. Los empleados de las diferentes compañías estaban recibiendo el trato que se les da a los héroes: saludos efusivos, aplausos, sonrisas, besos y abrazos. En agradecimiento a su gestión recibían de lo, poco o mucho, que se tuviera para compartir convertido en manjares de la cocina puertorriqueña.
Eso fue lo que pasó en mi barrio, el barrio Sonadora de Guaynabo. Tan pronto mami los vio, los invitó a almorzar a casa, pero ya ellos tenían el compromiso de almorzar en la casa de otro vecino, así que se coordinó el almuerzo para el día siguiente. Para sorpresa de todos, mientras mami, mi prima y vecina estaban en los preparativos del almuerzo, yo llego a casa con el postre en mano y ya había luz en el barrio menos en la casa de mi mamá. Verificaron los breakers, las conexiones y en menos nada se hizo la luz eléctrica. La alegría de mi madre valía un millón, parecía niña chiquita el Día de Reyes. Ahí fue que se pusieron a cocinar con más gusto y los trabajadores se fueron a continuar con sus labores en otras casas.
A las 12 en punto empezó a llegar el batallón para almorzar. Fueron bien recibidos, celebrados, añoñados y alimentados. El aguacero que cayó hizo que pasaran 2 horas en casa entre risas, fotos, buena plática de todo un poco y viendo videos de los estragos de María. Mientras todo esto ocurría subí una foto a mi Instagram compartida en Facebook y se ha generado una ola de mensajes con personas compartiendo fotos de los almuerzos en sus casas con otras brigadas, agradeciendo, compartieron la foto y demás está decir que también se generó una polémica por el trato que se le deba a los extranjeros y el que se les daba a los empleados de la AEE. Que si trabajan así por el dinero, que si cobran más, que los de aquí no trabajan, que si se lo merecen, que no se lo merecen y por ahí siguió la cosa. Claro, los mensajes de agradecimiento y positivos eran muchos más.
Yo lo que puedo decir es que el corazón del puertorriqueño es grande y cualquier persona, que hubiese hecho el trabajo para reestablecer el servicio de luz, hubiese recibido el mismo trato, por lo menos en mi casa siempre ha sido así y estoy segura de que igual ha sido en otros lugares. ¡El puertorriqueño es agradecido, servicial y le abre las puertas de su hogar a todo el mundo… imagínate cuando le ayudas!
Aquí comparto algunas de las fotos que recibí en los mensajes de mi post en Facebook:
Me dio tanto gusto ver ese movimiento de agradecimiento expresado con invitaciones a comer nuestra comida puertorriqueña. Esos estadounidenses regresarán a sus casas cansados y achicharrados por nuestro sol, pero se habrán llevados los mejor del boricua… su corazón. De seguro muchos de ellos, como así lo expresaron, regresarán a Puerto Rico con sus familias para disfrutar de la isla vacacionando y esa será otra gran forma de contribuir con Puerto Rico. De eso se trata, que la gente quiera volver a nuestra isla por las buenas experiencias que tuvieron.
Puerto Rico sigue en necesidad de que le den la mano. Todavía hay mucha gente sin luz, pero mientras van trabajando en eso y en estabilizar la isla, la mejor manera de todos nosotros ayudar es moviendo el turismo, el local y el internacional. No dudo el hecho de que Puerto Rico va a levantarse de nuevo, sólo espero que todos hayamos aprendido las lecciones necesarias para que realmente sea un Puerto Rico mejor, más fuerte que nunca. Vamos todos a demostrar de qué estamos hechos.
¡Orgullosa de ser puertorriqueña y de mi gente!
VivaViajar!